Experimentando la gracia.
"Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro" Hebreos 4:16
"Pero mientras más pecaba la gente, más abundaba la gracia maravillosa de Dios." Romanos 5:20
Hoy me equivoque. Hoy hice lo que quería. Hoy me vieron hacerlo.
Hoy se desmoronó en mi esa coraza de perfección. Hoy lloré, de vergüenza, hoy volví al origen del pecado. Hoy volví a los actos de Adán y Eva. Hoy me escondí. Quise ocultarle a Dios mis malas decisiones, quise maquillar mi pecado. Quise llenar de fragancia francesa algo que estaba pudriéndose en mi.
Una acción visible a los ojos de los demás me hizo recapacitar. Me hizo experimentar la gracia de Dios.
Mi gran error me hizo ver que todos nos equivocamos. No somos perfectos. Porque no hay bueno ni aún uno. Solo Jesús pudo con semejante carga.
Al punto al que quiero llegar con esto es que, hablamos de gracia y amor, de gracia y perdón pero, ¿alguna vez lo experimentamos? ¿Alguna vez compartimos de esa gracia con la que Dios no llena cada vez que nos equivocamos?
Cuando estamos cómodos en nuestras faltas, cuando nadie ve nuestros errores (Excepto Dios) nos ponemos en un pedestal que no merecemos, nos damos el poder de criticar al otro. Hasta que, como me paso a mi, me vieron resbalar. Ahí entendí que la gracia fue hecha para ser extendida. Que el sacrificio de Jesús en esa cruz es, definitivamente, la mayor muestra de la gracia de Dios para nuestras vidas, es gracia infinita para todas las generaciones que reconozcan que necesitamos perdón, necesitamos perdonar, necesitamos experimentar la gracia con nuestros hermanos.
Experimentemos la gracia divina.
Foto: Enero 2015, Ruta 11. La elegí porque, en lo personal, representa mi día a día. Recorro este camino sin poder ver lo que se avecina. Solo voy. Sigo. A prueba y error, así experimento la gracia que Dios me dio.